viernes, 21 de septiembre de 2007

ANÁLISIS DE LAS LINEAS DE ACCIÓN PROPUESTAS PARA EL MEJORAMIENTO DE LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN

Mario Nóchez, julio 2000
Según Inés Aguerrondo “el concepto de calidad de la educación no es neutro. Es un concepto ideológico que nos ubica en una perspectiva específica desde donde mirar la realidad”[1]. Dado el carácter ideológico del concepto de la calidad de la educación, no puede ser definida única y exclusivamente desde la perspectiva del Estado sino que requiere la PARTICIPACIÓN y el CONSENSO de todos los actores claves que están relacionados con la educación en el ámbito nacional: Iglesia Católica, empresa privada, sindicatos de maestros, partidos políticos, padres de familia, Ministerio de Educación, entre otros.

Si la calidad de la educación debe ser el gran horizonte desde donde podemos evaluar la educación de un país, entonces es un imperativo que todos los actores claves construyan por consenso qué tipo de calidad de educación desean lograr y para qué la desean alcanzar.

Según lo expresado con anterioridad, podríamos afirmar que la primera propuesta de línea de acción de “CREAR UN COMITÉ INTERINSTITUCIONAL PLURALISTA RESPONSABLE DEL DISEÑO, EJECUCIÓN Y EVALUACIÓN DE LAS POLÍTICAS EDUCATIVAS”, es pertinente con la dimensión político – ideológica , ya que la creación de un comité pluralista es una respuesta a un requerimiento de la sociedad civil de participar en la toma de decisiones en educación.

Sólo en la medida que la educación no sea un patrimonio del Estado, sino de toda la sociedad en su conjunto y se garantice la participación de todos los actores claves en la definición de las políticas educativas que contribuyan a la calidad de educación de un país, entonces la calidad de la educación dejará de ser una política educativa de un gobierno, sino una política educativa de Estado, que trascenderá los períodos gubernamentales y por ende su visión será de más largo plazo y podrá tener impacto sobre los distintos procesos inherentes a la calidad de la educación.

La calidad de la educación en el aula esta mediatizada por la labor que realiza el maestro con sus alumnos. La experiencia en América Latina ha demostrado que ninguna reforma educativa ha sido exitosa sin la participación de los maestros. Por ello se afirma, que las reformas educativas todavía no han llegado al aula y por ende el eje pedagógico no ha respondido a los requerimientos establecidos por la dimensión político – ideológica.

De ahí que para poder garantizar la coherencia y articulación entre el eje pedagógico y la dimensión político – ideológica se hace necesario en primer lugar, el involucramiento de los maestros, y en segundo lugar, diseñar un sistema de incentivos a los mismos. Cualquier propuesta educativa innovadora no tendrá viabilidad en su implementación, sino pasa por un proceso de revalorización social de la labor del maestro, que busque elevar su autoestima, mejorar su imagen profesional ante la sociedad y satisfacer sus necesidades básicas que les permita llevar una vida digna y acorde a su status profesional. Por lo tanto, la calidad de la educación, presupone calidad de vida del educador, quien es en última instancia el protagonista principal que garantiza la calidad de la educación en el aula.

Por lo antes expresado, al proponer como línea de acción el “DISEÑO DE UN SISTEMA DE INCENTIVOS A LOS DOCENTES” es tocar un punto sensible en el proceso de garantizar calidad de la educación en la dimensión técnico – pedagógica y particularmente en el eje pedagógico. Sólo en la medida que los maestros se sientan valorados, estimados y apreciados por la sociedad a la que sirven, en esa medida estarán interesados en dar lo mejor de sí y contribuir a la calidad de la educación.
Si la calidad de la educación es responsabilidad de todos, los maestros ya están poniendo su parte, ahora le toca al Estado buscar los mecanismos más idóneos para lograr implementar un programa de incentivos a los maestros. El no hacerlo, convertirá a la calidad de la educación en un sueño imposible de cumplir.

Según Inés Aguerrondo, “los elementos desde donde repensar la estructura organizativa de las instituciones escolares son tres: la organización del tiempo, la organización del espacio, y la configuración del poder institucional”[2]. No hay duda que no podemos hablar de calidad de la educación sino se hacen cambios o transformaciones en el eje de la organización, de tal manera de romper con paradigmas tradicionales de lo qué es una escuela.

Uno de los aspectos fundamentales en el proceso de cambio y transformación es la organización del tiempo en la escuela, por ello al proponer como línea de acción “FLEXIBILIZAR EL AÑO ESCOLAR Y AJUSTARLO AL CONTEXTO SOCIO – ECONÓMICO DE CADA DEPARTAMENTO DEL PAÍS”, pretende romper con la rigidez del tiempo establecido normativamente por parte del Ministerio de Educación para todas las escuelas del país y hacerlo más pertinente a la realidad socio – económica de cada departamento, de tal manera que el año escolar en cada escuela pueda tener fechas de inicio y finalización distintas, favoreciendo con ello el acceso y la permanencia en la escuela de parte de los estudiantes, sobre todo en las zonas rurales.

Flexibilizar la organización del tiempo, con respecto al año escolar, es garantizar que las personas más pobres tengan acceso a la educación y por ende puedan ser beneficiarios de una educación de calidad.

Se expresa frecuentemente que la educación debe ser con calidad y equidad, lo cual es una tarea y responsabilidad de todos. Sin embargo, en la realidad de las escuelas nos encontramos que el gobierno y la conducción de las mismas está en manos de hombres y que las mujeres por cuestiones culturales están marginadas a labores docentes en el aula, bajo el supuesto falso que no tienen la capacidad administrativa para asumir cargos de dirección.

No podemos hablar de calidad de la educación con equidad, si en el eje organizativo no logramos cambios y transformaciones orientados a establecer una equidad en la conducción de las escuelas entre hombres y mujeres, no por una simple dádiva, o por el hecho de ser mujeres; sino por un deber de justicia y un derecho fundamental que tienen las mujeres a gobernar las escuelas en igualdad de oportunidades con los hombres. De ahí que al proponer la línea de acción de “CAPACITAR E INCREMENTAR EL NÚMERO DE MUJERES DOCENTES COMO DIRECTORAS EN ESCUELAS DE EDUCACIÓN BÁSICA DE LA ZONA RURAL”, busca alcanzar una equidad de género que permita a las mujeres conducir procesos de calidad de la educación desde la conducción administrativa de las escuelas.
[1] Aguerrondo, Inés. LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN:EJES PARA SU DEFINICIÓN Y EVALUACIÓN, pag. 8.
[2] Ibid, pag. 16

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